Un millonario muy gordo que se regocija del aumento de la pobreza en el mundo. La confesión de una mosca a una araña. Una televisión que demanda, igual que una esposa insatisfecha, la atención de un hombre que se queda dormido en el sillón. Un cadáver vestido con traje, que lleva en la mano un ramo de rosas marchitas y no para de repetirse: “15 minutos y me voy.... 15 minutos y me voy”.
Éste es el mundo de Bernardo Elrich, caricaturista argentino nacido en Tucumán, que también es diseñador y profesor de universidad y, que entre otros trabajos, publica diariamente una viñeta en la edición electrónica del diario El País.
Su sentido del humor es fino y sutil. Tal vez un poco inocente en ocasiones, pero en otras es inteligente y mordaz y se atreve a opinar acerca todo tipo de cosas. Política, economía, fútbol, sociedad, sexo, la crisis de la edad adulta y, por supuesto, las relaciones sentimentales, pasan bajo un prisma que es un análisis y un reflejo de la condición humana.
Su línea es simple y desenfadada, y aplica este mismo principio en su expresión gráfica, cuidando al detalle los elementos imprescindibles para dar a entender la situación de los personajes.
En sus composiciones minimalistas, las escenas se centran en los protagonistas, frecuentemente obviando el resto de la escenografía, utilizando círculos y óvalos con colores divertidos para los fondos. Muchas veces incluso prescinde del diálogo y simplemente plasma una idea que no necesita de más palabras para explicarse.
La mayoría de sus personajes son humanos, pero su fantasía no tiene límite y de pronto sus chistes son verdaderas fábulas en donde desde animales hasta monstruos o flores y hasta la propia muerte cobran vida bajo su peculiar estilo.
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