jueves, 29 de septiembre de 2011

THE KOOKS: En busca de su obra maestra.


Esta banda de Brighton da buenas muestras de continuidad con su tercer disco, en el que logran dar un paso más en la búsqueda de su identidad.

Constantemente comparados con Razorlight o Artctic Monkeys, por su estilo retro e influencia de bandas como The Beatles, The Kinks u Oasis, de entre la generación de bandas de la década pasada, The Kooks ha ido haciéndose una reputación con base en su dedicación en los ensayos y su pronto ascenso en las listas de popularidad.

Con Junk Of The Heart, su tercer disco, parece que la banda intenta dar un paso adelante y llevar al grupo a una nueva coherencia su propuesta de rock indie y alternativo con una gran influencia del pop británico de los sesenta, el nu-rave y el rock alternativo americano. Una mezcla que durante tres discos ha dado buenos resultados.

La producción a cargo de Tony Hoffer (Supergrass, The Fratellis y Phoenix) combinada con el estilo de la banda por momentos hace recordar a The Charlatans, Kaiser Chiefs o Cold War Kids, lo cual debe ser leído como un cumplido, porque logran por momentos apartarse de la estética vintage sin dejar de sonar britpop y son sus momentos más interesantes y disfrutables.

Las letras nunca llegan a profundizar realmente, una ligereza de temas que quizá sea una virtud. Buenas composiciones, en las que destacan el virtuosismo en las guitarras y el ingenio en la producción, y otras sin mucho filo. Da la impresión de que aún no han alcanzado su madurez musical. Un grupo joven que aún busca su obra maestra, sin embargo, no deja de haber buenos temas en el disco.

Abren felizmente y con mucho ritmo con con aires sesenteros en Junk Of The Heart (Happy); pop rock, piano y mucha fuerza en How’d You Like That y de nuevo un aire vintage en Rosie, con su melodía al estilo mediterráneo y sus explosivos coros.

Talking Pictures Of You es una buena balada de ritmo medio y con unas excelentes guitarras, Fuck The World Off no podía ser menos que un gran blues rock, directo, con un groove exquisito y mucha actitud y Runaway es una canción interesante, invocando esta vez al nu-rave  y el synthpop, una vez más con las guitarras a todo lo que da y una gran producción.

Is It Me, el primer sencillo, vuelve al pop bailable, hasta caer en la fórmula más comercial en Killing Me. Petulia rescata un poco el ambiente, bajando el ritmo, dejando a las guitarras hablar y Eskimo Kiss regresa a los sonidos beatlescos, optimistas e ingenuos como una adolescente enamorada.

Mr. Nice Guy llega con mucho ritmo y recuerdos de Bowie (de quien tomaron el nombre de la banda), para cerrar el disco con la advertencia de que se acabó lo de ser buenos. Esperemos que se lo tomen en serio.

Un disco que no aburre, tiene la virtud de lo breve y merece más de dos escuchadas para ser apreciado.














miércoles, 28 de septiembre de 2011

WILCO: Entre la tradición y la experimentación.



Esta banda de Chicago está de regreso de todo, con un trabajo a la altura de los mejores de su carrera.

The Whole Love es el octavo álbum en la carrera de Wilco, este grupo formado en 1994 que después de éxitos como el gran Yankee Hotel Foxtrot (2002) da una vuelta de tuerca a su propuesta y se siguen renovando.

Siempre alternativos, entre el rock indie y el country alternativo se disputan sus raíces para derivar en su estilo particular estilo de folk experimental basado en el talento en la composición de grandes temas.

A pesar de los cambios en su alineación, la mancuerna entre Jeff Tweedy y John Stirrat ha demostrado su consistencia a lo largo de los años, se nota una banda perfectamente acoplada que ofrece un sonido poderoso y cohesionado.

Una idea musical que va de Spoon a Yo La Tengo pasando por My Morning Jacket, con algunos altibajos pero siempre fieles a su discurso. La veteranía se hace notar desde la calidad en la interpretación y la producción hasta la conceptualización misma del album, grabado a través desu propio sello dBpm.

Entre el tradicionalismo y la experimentación, este disco es un gran regreso para este sexteto que sigue reinventándose y encontrando nuevas formas de componer grandes canciones variadas en forma y fondo.

Abren con Art Of Almost, una tremenda pieza de 7 minutos en la que van desarrollando una gran canción a lo largo de varios movimientos que van de lo ruidoso a lo armónico y de nuevo explota en un delirante final.

I Might, Dawned On Me o Born Alone tienen un estilo más suave y sureño, pop indie desenfadado y muy fino. Destaca Capitol City, una canción excelentemente producida que no transporta a paisajes beatlescos, al contrario de Whole Love, que aunque da título al disco se queda en el optimismo impostado.

Bajan el ritmo con Sunloathe, al igual que Black Moon, una pieza delicada y elegante como un reloj; Open Mind es una balada country o Red Rising Lung, reflexiva, profunda, con unos finos y precisos punteos de guitarra.

Despiertan de nuevo su lado rockero y energético con Standing O y cierran como empezaron con One Sunday Morning (Song for Jane Smiley's Boyfriend), un tema tan largo como el título, de 12 minutos de duración con ritmo medio, que despide el disco con elegancia y estilo.

Un gran álbum que mantiene vigente y muy en alto el nombre de estos que han sabido llegar muy lejos.











martes, 27 de septiembre de 2011

SUPERHEAVY: Mick simplemente rockea.



¿Porqué será que todo a lo que Mick Jagger le pone su voz suena rockero?

No lo sé. El hecho de ser uno de los íconos fundadores del rock y la cultura popular contemporánea alrededor, ayuda un poco. Después de todo, los medios de comunicación rompen todas las fronteras y hoy en día uno puede encontrar a una persona en casi cualquier parte del mundo que conozca a The Rolling Stones.

En Superheavy, Mick Jagger se rodea de un buen socio y algunas jóvenes leyendas para agrandar la propia.

Jagger y Dave Stewart (Eurythmics), quienes ya habían colaborado en proyectos como la banda sonora de la película Alfie, convocan a algunos personajes simbólicos de la música popular contemporánea alrededor el mundo: Damian Marley, A.R. Rahman y Joss Stone, para explorar las herencias caribeñas, asiáticas y americanas y unirlos a su temperamento británico en una banda “súper pesada”.

Con esta artillería, se lanzan a probar suerte con su combinación de reggeae, rythm & blues, música hindú y rock; una mezcla de ritmos y estilos lejanamente emparentados que se integran de forma sorprendente junto con hip hop, drum’n’bass, blues o música celta.

Stone demuestra que tiene una voz potene y mucha sensibilidad; Marley recobra el legado de su padre como M.C. de esta generación; A. R. interpreta todo tipo de instrumentos y colabora con los coros y la producción: Stewart aporta las guitarras y el cerebro orquestador y Mick Jagger... hace lo que mejor sabe hacer: rockea.

El arte de la portada fue realizado por Shepard Fairly (Obey), responsable del famoso póster de la campaña de Barack Obama. Un álbum producido por ellos mismos que, aunque de primera impresión parezca enfocado a un circuito comercial, tiene buenas canciones, arreglos finos y un nivel de producción de primera clase.

La voz de Stone es la primera que se escucha en Superheavy, una muestra inmediata del equilibrio de los diferentes géneros en su propuesta. Inmediatamente, Unbelievable enciende el ambiente y Jagger toma la batuta, demostrando quién manda aquí.

Miracle Worker, el primer sencillo, es un reggeae optimista que se funde con un coro de rythm and blues. Se ponen eléctrónicos con Energy, en el que Marley hace un rapeo formidable que termina como una extraña versión de “You Got Me Rockin” remezclado por Black Eyed Peas... o algo así.

En Satyameva Jayathe el rock cobra protagonismo, una composición de la que George Harrison hubiera estado orgulloso, con Jagger cantando en sánscrito y uno arreglos casi épicos; One Day One Night tiene raíces bluseras y el beat más rockero, mientras que Never Gonna Change es una de las clásicas baladas de Jagger y Stewart.

Beautiful People vuelve al reggae optimista, Rock Me Gently es una combinación de rock y rythm & blues y la potente I Can’t Take It No More tiene todo el espíritu de los Stones. I Don’t Mind y World Keep Turning son baladas pop, la primera con el protagonismo de Marley y la segunda con influencias country y la voz de Stone en una gran interpretación.

Mahiya es el momento de A.R. Rahman de tomar el mando con las armonías y ritmos de India, que dan paso al rock clásico en Warring People. Common Ground es una especie de ska con un delicioso offbeat y un mood que va del soul al reggae con todo y violín gitano al final.

Hey Captain parece querer hablarle al personaje de Keith Richards en Piratas del Caribe cuando preguntan: “Where are we now?”, enmedio de una rumba eléctrica que cierra el álbum y nos deja con la tarea de intentar recordar exáctamente qué fue aquello que escuchamos al principio del disco.

Tal vez 16 canciones sean demasiadas y se pudieran haber ahorrado unas cuantas, pero sin duda vale la pena escucharlo. Uno de esos discos se pueden poner en una fiesta o reunión y todos encontrarán algo que les guste.











jueves, 22 de septiembre de 2011

NEON INDIAN: Nostalgia prematura y electrónica lo-fi.




El proyecto de este músico mexicano que creció en Texas encuentra continuidad en la tecnología y el sentido del humor para ofrecer otro gran trabajo.

Segundo LP de Alan Palomo, que desde su debut bajo el nombre de Neon Indian con el álbum Psychic Chasms (2009), cuando penas contaba con 21 años, no ha dejado de sorprender al mundo entero.

En busca de la inspiración, para dar vida a Era Extraña, Palomo vivió cuatro meses en un pequeño departamento en Finlandia, lo que dio como resultado esta grabación, fruto de su inclinación por reflejar escenas cinematográficas que después traduce a música con su particular estilo.

Synthpop y chillwave con espíritu indie y estética new wave, entre el noise y el dream pop sicodélico, Neon Indian es parte de una generación de artistas que recuperan el gusto por la tecnología lo-fi y un cierto desencanto que se traduce en nostalia prematura y una tendencia por exprimir al máximo el “aquí y ahora”.

Un álbum autoproducido bajo su propio sello Static Tongues, con la colaboración en las mezclas de Dave Fridmann (The Flaming Lips, MGMT), lo cual se nota en la profundidad y complejidad de los arreglos que ayudan a expandir su sonido, volviéndolo más complejo e interesante.

Mezclando elementos auditivos de 8 bits, como de una vieja computadora Commodore 64, con influencias que van desde OMD hasta Primal Scream y un estilo shoegaze, cada canción de  tiene un poco del dream pop que ha dominado a la música independiente de los últimos años.

Comienza con una breve introducción instrumental que da la orden de ir a la carga en Heart: Attack, que de inmediato nos lleva a la melodía con Polish Girl y se continúa con su lado sucio en Blindside Kiss y llega a su punto medio en Hex Girlfriend, con una cuidada exageración de sonidos.

Después de Heart: Decay, otro interludio instrumental, baja la intensidad y se asoma a su zona oscura con Fall Out y la canción que da nombre al disco, Era Extraña (un juego de palabras entre lo raro y el acto de echar de menos a alguien).

Halogen (I Could Be A Shadow) retoma la fuerza del pop y los sintetizadores al estilo de los 80 para volver a la sicodelia con Future Sick, con esa melancolía prematura que refleja el sentimiento de un mundo que se mueve vertiginosamente, ajeno a los sentimientos de una juventud que busca su lugar en la historia.

Despierta de nuevo a la luz y al ritmo como un rayo de luz en Sun Irrupt, para llegar al epílogo que libera los sentidos con Heart: Release, lo que se refleja en Arcade Blues, el bonus track que cierra el álbum con un optimismo y un beat muy bailable.

Un disco muy disfrutable, con una dosis precisa de frialdad racionalidad matemática y profunda sensibilidad artística que auguran grandes cosas para este joven músico.














martes, 20 de septiembre de 2011

LADYTRON: Cruzando la atmósfera.




Con una larga carrera a sus espaldas, una de las bandas representantes del movimiento electropop del siglo 21 no deja de explorar nuevas alturas.

Tres años después de su anterior trabajo, Velocífero (2008), este cuarteto de Merseyside, Liverpool, regresa con su quinto álbum.

Ladytron es uno de los precursores del electropop de los años 2000, han remezclado a artistas como Dave Gahan, Bloc Party, Simian Mobile Disco o Soulwax. Una banda de culto que en lugar de dejarse seducir por la fuerza de la gavedad, se eleva y poco a poco se va consolidando en las listas de ventas y en el gusto del público general.

Contemporáneos de Goldfrapp e influenciadores de Crystal Caste, synthpop que fusiona la música electrónica con la estética new wave con un toque de oscuridad, drama y glamour con influencias de The Orb, Brian Eno y el krautrock.

En Gravity, The Seducer, logran darle una vuelta a su sonido y aún así consiguen sonar a ellos mismos, más atmosféricos, más pausados, con una gran producción y temas que rápidamente se vuelven entrañables, siguen construyendo su leyenda.

Abren de forma maravillosa, entre orgánica y etérea, con White Elephants; Mirage o Melting Ice aportan el sentimiento new wave, que White Gold se fusiona con influencias de Björk y en Ace Of Hz puede llegar a ser extremadamente cursi y comercial.

Sin embargo, Ritual impone el ritmo de forma instrumental y contundente y Moon Palace es una gran canción, oscura y llena de armonías, atmósferas y un beat seductor acompañando la voz de Mira Arroyo.

Altitude Blues continúa perfectamente con tecno instrumental y Ambulances baja el tempo, pero no la intensidad, para volver a conseguir un paisajes orquestales delicados, dramáticos y altamente estilizados.

Hacen un delicioso interludio, como un día de campo, en Transparent Days, que se continúa con 90 Degrees, una balada elegante que da paso a Aces High, que cierra el disco con un beat que se desvanece en una nota alta, como si se disolviera en un mar de cristales mágicos.

Un trabajo que desafía las leyes de Newton y nos invita a flotar en su universo.











lunes, 19 de septiembre de 2011

CLAP YOUR HANDS SAY YEAH: Intensidad preciosista.




Después de un descanso, los exitosos chicos del “hágalo usted mismo” quiren reafirmar su madurez  con un ligero cambio de sonido.

Una de las primeras bandas en lograr notoriedad y difusión a través de Internet en lugar de los sellos convencionales, Clap Your Hands Say Yeah fue rápidamente alabada por los blogs hasta llegar a los medios como una de las mejores propuestas de su generación. Dos álbums después, el grupo se tomó un tiempo para realizar otros proyectos, pero la espera ha terminado y vuelven con Hysterical, su tercer LP.

Rock indie y alternativo que llama la atención por sus composiciones inusuales y su actitud artística e intelectual. Producido por John Congleton (The Paper Chase, St. Vincent, The Walkmen), se nota una evolución y un intento de encontrar nuevas formas musicales.

Lamentablemente, se echa de menos el ímpetu y la fuerza de sus primeros trabajos, su discurso es más directo y suenan rebuscados y preciosistas, con cierta influencia del dream pop y acercándose de cierta forma al folk experimental y al neo garage con actitud punk emo. Si alguna vez parecieron una versión actual de Talking Heads, ahora reflejan cierta influencia de grupos ingleses como Joy Division, The Cure o Pulp y el sonido de nuevas bandas americanas, en un rango que va de Animal Collective a The Pains Of  Being Pure At Heart.

Más melodiosos, menos distorsionados, con los sintetizadores y las guitarras abarcando todo el espacio, llenos de ruido, sonidos de orquesta electrónica y la voz excesivamente procesada. Buenas canciones que expanden sus horizontes con resultados cuestionables, al cambiar su crudeza por finura y enfocándose en la corrección y el estilo más que en la improvisación y la frescura.

Same Mistake, el primer sencillo, abre con la sopresa de una intensidad moderada, seguida por una descarga de tamborazos en Hysterical. Se ponen más dulces y ensoñadores en Misspent Youth y Maniac nos procura un poco de groove, mezcla de surf y el brit rock de los años 60.

En la parte media del álbum, Into Your Alien Arms, In A Motel, Yesterday, Never e Idiot combinan el romanticismo con la locura, pero sin decidirse por ningún extremo y caen en la monotonía, hasta llegar a la aburrida y melancólica Siesta (For Snake).

Afortunadamente, con Ketamine And Ecstasy vuelven a la magia del beat acelerado y el estilo extravagante de sus primeros trabajos, mientras que The Witness’s Dull Surprise retoma la complejidad interpretativa y su originalidad característica en sus arreglos.

Adams Plane es una pieza de 7 minutos y medio, una balada perfecta con un final delirante con piano, guitarras, trompetas y batería por todo lo alto, cerrando el disco de forma majestuosa, junto a tiempo para dejarnos con la impresión de que su propuesta original sigue ahí, debajo de sus ganas de sonar afinados.

Un buen álbum, que hay que escuchar varias veces para poder entender y valorar.











miércoles, 14 de septiembre de 2011

KASABIAN: Un extraño nuevo rumbo.


Entre la experimentación y la repetición, el cuarto disco de esta banda es más un signo de interrogación que un signo de admiración.

Una cosa queda clara: el sonido de Kasabian jamás volverá a ser el mismo sin su guitarrista y compositor original, Christopher Karloff.

Sergio Pizzorno, el guitarrista y actualmente el principal compositor de los temas, declaró que Velociraptor! sería un clásico, de esos de los que no hay desde hace años. Sin embargo, no es así.

Después del multipremiado West Ryder Pauper Lunatic Asylum (2010), que parecía encontrar por fin el camino del estrellato, este cuarteto de Leicester regresa como un predador con apetito, pero sin garras ni colmillos. Un trabajo interesante y entretenido, a medio camino entre sus inicios y un extraño nuevo rumbo, más melódico y moderado.

Su peor pecado es precisamente intentar sonar “actuales” y voltear de pronto la mirada a las influencias de los 60 al estilo de Alex Turner y Miles Kane con The Last Shadow Puppets, lo que les hace sonar por momentos completamente fuera de su registro habitual.

Quizás tenga algo que ver que en sus primeros años no tenían un baterista fijo, por lo que las bases programadas tenían un papel importante en sus canciones, que se combinaban con las guitarras de Karloff para dar por resultado ese potente y característico sonido.

Quizás tenga que ver con la paternidad y los treinta y tantos, pero su intento de lograr un álbum maduro se queda en un experimento que termina sonando más como un disco de transición que como un clásico que los consolide en la historia del rock.

Eso sí, la voz de Tom Meighan suena más fuerte y segura y la producción de Dan Nakamura, mejor conocido como Dan The Automator (Gorillaz) aporta un buen toque en los arreglos, con influencias de Primal Scream o Kula Shaker.

Comienzan con sonidos del medio oriente y ritmo neo-sicodélico invitándonos a hacer de cuenta que son los que eran con Let`s Roll Like We Used To. Afortunadamente, recuerdan lo que mejor saben hacer y continúan con coros y riffs de guitarras sobre ritmos post-britpop en Days Are Forgotten.

Tienen su momentos más bajos en Goodbye Kiss es una balada el estilo de los 50, ñoña, cursi y sin filo. La Fee Verte es un delirio que habla del absenta con referencias a The Beatles y Dalí, pero al igual que Man Of Simple Pleasures
, son canciones de baja intensidad al estilo de Duran DuranThe Verve u Oasis.

Destaca Acid Turkish Bath (Shelter From The Storm) una pieza compleja, ambiciosa, con exóticas armonías árabes y diferentes momentos que pasan de lo denso a una melodía sencilla con guitarra rítmica, palmadas y coros.

Velociraptor!, la canción que da título al álbum, se encuentra en ese punto medio entre el power pop y el rock rítmico, mientras que I Hear Voices es como una de sus primera composiciones, pero sin esos riffs de guitarra que les dieron identidad por lo que termina siendo a una simple pieza de synth pop.

Re-Wired o Switchblade Smiles vuelven al camino del rock como mejor lo saben hacer y podrían ser sin duda las mejores canción del disco, aunque una vez más, las guitarras se quedan atrás, tímidas, sin llegar a explotar con la fiereza de antaño.

Cierran melódicamente con Neon Noon, una especie de canción de cuna que despide el álbum con suavidad y nos deja con la sensación de que podrían haberse esforzado un poco más y que lo mejor está aún por venir.














lunes, 12 de septiembre de 2011

THE DRUMS: Surfeando sobre la misma fórmula.




Después de inundar el verano pasado con un hit de aquellos que hacen época, esta banda de Brooklyn se mantiene a flote sobre la inercia de su primer éxito.

Desde su debut en el año 2009, el grupo fundado por Jonathan Pierce y Jacob Graham ha logrado captar la atención de los medios y el gran público. Después de irse de gira y compartir escenario con algunas de las grandes bandas del momento en diversos festivales, no caen en la desidia y se apresuran con su nuevo material.

Portamento, el segundo álbum de The Drums demuestra que saben cultivar el hype y entregan un trabajo de mucha calidad, aunque con menos originalidad.

Mezcla de surf y dream pop con espíritu indie y estética minimalista, algo así como si Johnny Marr (Joy Division) y Morrisey (The Smiths) se fueran de vacaciones con The Beach Boys y Buddy Holly.

Ni siquiera se nota la ausencia del guitarrista Adam Kessler, retoman el camino justo en donde lo dejaron con su album debut The Drums (2010) y, aunque no llegan a superarlo, por lo menos logran continuarlo con estilo.

Composiciones sencillas y poderosas, letras un tanto depresivas que contrastan con los sonidos brillantes de las armonías, con melodías que atrapan desde la primera escucha y los ritmos sincopados, palmadas y el efecto de reverberación completando los detalles en los arreglos.

Abren sin más preámbulo con Book Of Revelations cantando “Let it begin, let it begin, let it begin” y continúan con Days, que se desliza con la calma de un día en la playa.

What You Were le pone ritmo al disco, mientras que Money, el primer sencillo, es un tema directo y perfectamente orquestado que, sin ser complaciente, consigue llamar la atención con su coro pegadizo y su falsetto.

Hard To Love y I Dont’t Know How to love expresan sus inquietudes post-adolescentes; Searching For Heaven nos trae una intriducción de sintetizador y una melodía más cercana al new wave con un leve recuerdo de Tom Yorke (Radiohead).

Please Don’t Leave Me retoma el sonido playero; If He Likes It Let Him Do It y I Need  a Doctor vienen cargadas de ironía; In The Cold y How It Ended cierran con melancolía y esperanza este disco, muy escuchable, pero sin la sopresa del primero.

Un trabajo que repite la fórmula ganadora y termina siendo nada más que la segunda parte de una fórmula ganadora.











domingo, 11 de septiembre de 2011

MUPPETS, THE GREEN ALBUM: Las marionetas rockeras.



Doce años después de su última película, el emporio fundado por Jim Henson que ha influenciado por lo menos a tres generaciones, se niega a desaparecer.

La novena película de The Muppets es un decidido esfuerzo de Disney (quien compró los derechos en 2004) por revivir la franquicia que se hiciese famosa gracias al programa de televisión en los 70.

Con actuaciones especiales de George Clooney, Whoopi Goldberg, Ben Stiller, Danny Trejo y Dave Grohl (Foo Fighters), entre muchas otras estrellas, la película cuenta cómo la rana René (Kermit) tiene que reunir al resto del elenco para llevar a cabo un maratón televisivo y recaudar fondos para salvar su viejo teatro, que va a ser demolido por unos magnates que encuentran petróleo debajo del recinto.

The Green Album, la banda sonora, es una gran apuesta por llamar la atención de un público joven que quizás jamás vio la serie de televisión y sólo conoce a estos personajes como el ícono de la cultura pop que son y cada canción logra, sin duda, arrancaros una pequeña sonrisa, asi como traer al presente el espíritu de esta legendaria serie.

Ok Go, mejor conocidos por sus fantásticos videos, abren el telón con una versión deconstruída del tema con el que comenzaba el show, que incluye un guiño al tema del Avispón Verde, pero sin la típica intervención de Gonzo al final.

Weezer continúa con Rainbow Connection, con la participación de Hayley Williams (Paramore) en un tema dulce interpretado con maestría. The Alkaline Trio convierte Moving Right Along en una poderosa canción de hard rock, al igual que The Airborne Toxic Event con Wishing Song.

Si algún clásico tuvo la serie, fue Manhá Manhá, compuesto por Piero Umiliani, que en esta ocasión corre a cargo de The Fray, sin mucho que aportar pero con la gracia y elegancia jazzera del original que no puede ser escuchada sin mover la cabeza.

My Morning Jacket interpreta Our World con su acostumbrado estilo preciosista; Amy Lee (Evanescence) imprime su estilo gótico que desborda sensibilidad a Halfway Down The Stairs. El buen humor regresa con el noruego Sondre Lechre y su extraordinaria versión de Mr. Bassman, mientras que Andrew Bird realiza una de las mejores versiones con Bein’ Green, una extraordinaria pieza, armoniosa y con unos arreglos finos.

El dúo de Brandon Saller (Atreyu) y Billy Martin (Good Charlotte) imprime electricidad y energía a tope a Night LIfe, con sorprendentes riffs y requintos de guitarras distorsionadas y una batería delirante como sólo Animal sabía tocar. Matt Nathanson aporta el sentimiento crooner en I Hope That Something Better Comes Along y Rachel Yamagata cierra de forma delicada el álbum con I'm Going to Go Back There Someday.

Una gran recopilación que, junto con una gran promoción publicitaria, ha conseguido darle vida nueva a estos simpáticos personajes.











jueves, 8 de septiembre de 2011

PRIMUS: Los reyes de la música inusual.




Una de las bandas más originales de finales del siglo 20 rompe su silencio y se reúne para hacer un gran disco.

El l trío liderado por el genio de Les Claypool en el bajo está de vuelta con su séptima producción de estudio, aunque durante este tiempo no ha dejado de trabajar en sus otros proyectos personales.

Después de haber forjado una carrera que les consolidó como una banda de culto en los 90, Green Naugahyde es el primer trabajo de larga duración en doce años desde Antipop (1999) y ocho desde el EP Animals Should Not Act Like Pople (2003).

Regresa en la batería Jay Lane, quien había tocado en la banda durante un breve período a finales de los ochenta y junto con Larry Lalonde, su habitual colaborador en la guitarra, nos traen como de costumbre ese sonido irreverente y diferente

Composiciones de estructuras complejas y armonías disonantes, con esa estética llena de sentido del humor, en cierto sentido relacionado con los experimentos concpetuales de Mr. Bungle y con claras influencias de Frank Zappa, el rock progresivo y la sicodelia.

Muy lejos del mainstream y los formatos comerciales, Claypool describe este álbum como “similar” a su debut Frizzy Fly (1990), es decir, una vuelta al estilo que los definió, con esa misma actitud irreverente, aunque esta vez, con la maestría de los grandes grupos.

Con críticas mordaces al capitalismo, al internet  o la televisión, cada una de las canciones es, como siempre, un pequeño prodigio que merece la pena ser escuchado y desmenuzado una y otra vez.

Prelude To A Crawl abre el paso para Hennepin Crawler, que deja bien claro que su habilidad para componer temas duros y directos se mantiene intacta. Last Salmon Man es oscura y rítmica, al igual que Eyes Of The Squirrel, una pieza densa, con unos sorprendentes riffs de bajo.

Green Ranger es narcótica y delirante; Eternal Consuption Engine, Lee Van Cleef o Moron TV tienen esos paiajes caricaturescos al estilo South Park que conocemos bien; Tragedy's A' Comin' tiene un delicioso filo funky, mientras que Jilly's On Smack, el primer sencillo, es más progresiva.

HOINFORDAMAN tiene toda la fuerza del mejor rock duro, con una melodía neurótica y una postura idelógica madura y definida, al igual que Extintion Burts, que precede a que  cerrar con  que anuncia con coros el final del disco.

Sin lugar a dudas, otro logro que sin duda será una delicia para los amantes de la música inusual.










lunes, 5 de septiembre de 2011

RED HOT CHILI PEPPERS: La evolución rockaliforniafricana.


Una de las bandas insignia del rock alternativo de California está de vuelta, con un sonido menos sorprendente, pero que no nos cansamos de escuchar.

I’m With You, el noveno disco de estudio y el primero en cinco años para Red Hot Chili Peppers, viene cargado de esa expectativa que rodea a las bandas legendarias, que sin realizar discos espectaculares, son capaces de mantener la atención y complacer a sus fans más fieles.

Durante este tiempo, se tomaron dos años de descanso, en los que Flea estuvo estudiando teoría musical y John Frusciante dejó la banda, dejando el cargo de nuevo guitarrrista en su amigo y frecuente colaborador Josh Klinghoffer, quien, en palabras de Anthony Kiedis, “cambió el sonido de la banda” e incluso fue él quien propuso el título del álbum.

Con Rick Rubin produciendo y la portada del disco diseñada por Damien Hirst, demuestran que saben rodearse de grandes para seguir siendo grandes y que aún tienen la energía suficiente para seguir siendo interesantes para las nuevas generaciones de veinteañeros.

Muy lejos ya de las intensidades punk, coquetean con ritmos más bailables e influencias africanas, con sus guitarras que van del funk al hard rock, melodías pop y un sonido que es una perfecta continuación de lo que han venido produciendo desde Californication (1999) o By The Way (2002).

Abren con cierta ezquizofrenia, pasando del ruido al ritmo bailable con influencias disco en Monarchy Of Roses. Mantienen su fuerza y actitud habitual en canciones como Factory Of Faith y Anny Wants A Baby. Goodbye Hooray va por la misma línea pero de pronto se transforma en un portento de energía que a su vez de pronto da paso a un interludio mágico con un piano y regresa al origen de la canción.

The Adventures Of Rain Dance Magpie, el primer sencillo, pareciera perfecta para ser cantada por Mick Jagger. Inspirados en un viaje de Flea con Klinghoffer a África, en Ethiopia ensayan con su versión del afrobeat todo y percusiones, mientras que Did I Let You Know se fusiona con influencias del brass, con trompeta y una melodía que por momentos se acerca a lo latino. 

Brendan’s Death Song es sin duda uno de los mejores momentos del dísco, una de esas canciones tranquilas y hermosas que van creciendo y que tan bien se les dan en el estilo de clásicos Under The Bridge o My Friends.

Conservan su postura desenfadada en Happiness Loves Company, que tiene un acento optimista, casi beatlesco, mientras que en Even You, Brutus? y Look Around pasan del rap a la melodía con su habitual facilidad y también saben cambiar de registro, como lo demuestran en Police Station, una pieza por momentos inusualmente delicada y armoniosa, o en Meet Me At The Corner, un tema casi de rock clásico con un final al estilo de Creedence Clear Water Revival, o en Dance, Dance, Dance, que regresa a las influencias africanas para cerrar el álbum de nuevo con un toque disco.

Un trabajo que si bien ya no tiene ese filo revolucionario de sus primeros años, nos enseña que a veces, para mantenerse en el radar, basta con hacer bien lo que se sabe hacer bien.