Los “niños grandes del rap británico” regresan con un gran álbum en el que reinventan su sonido y nos ponen a bailar otra vez.
Después de más de 20 años de carrera y un hit de esos que hacen época, Nick Hallam y Rob Birch siguen produciendo y experimentando con nuevas técnicas de hacer su música.
Lejos ya de aquel Connected que prácticamente marcó un estilo en 1992, tuvieron que pasar diez años para poder recuperarse del éxito masivo que los llevó a ganar el premio Brit al mejor grupo británico y a compartir escenario con bandas como Happy Mondays o U2, para lanzar nuevo material.
The Emperor’s Nightingale es su séptimo disco de estudio, el cuarto desde Deep Down And Dirty (2002), una muestra de que han sabido desconectarse para sobrevivir y trabajar duro para mantenerse vigentes.
A pesar de sus raíces en los loops y los sampleos, este trabajo surgió de sesiones al estilo de la vieja escuela, incorporando instrumentos tradicionales, bajo, guitarra y batería, siempre con un sonido pop electrónico, siempre bailables y con el espíritu del hip hop como guía espiritual.
Clásicos y muy actuales, utilizan recursos de producción del siglo 21, composiciones, arreglos y detalles auditivos que tienen influencias va de Faithless y Underworld hasta Audio Bullys o Black Eyed Peas.
Comienzan dramáticamente con Wooden Heart, una pieza instrumental que es como abrir el telón para Boy, con la participación de Jamie Cullum, un buen tema con todo y trompetas. Se ponen funky con Phase Me y Far Out Feeling desata el electrodance.
Sunny Day tiene una tonada que recuerda a Paint It Black de The Rolling Stones y se mezcla finalmente con ruidos de ciudad y sirenas de policía. Manner simplemente sigue subiendo con buen ritmo, más pop, siempre hipnóticos. Tale suena totalmente a New Order y 2cando sería la balada del álbum, una excelente pieza casi acústica.
Bring It On (Path To The Mind And The Soul And The Spirit) vuelve a incendiar las pistas con un ritmo delirante y un rap preciso, mezclando world music, ragga y electropop, entre Herbie Hancock y Asian Dub Foundation, que se continúa perfectamente con Levitation, absolutamente hip hop, steady beat y un rapeo lento, oscuro, denso y poderoso.
Desert Song literalmente absorbe ritmos y armonías árabes, con oasis electrónico incluido y el reprise de Wooden Heart nos deja como en la cuna escuchando una dulce tonada para despedir este álbum.
Un disco que es sin duda un gran logro de esta banda que no deja de producir y renovarse en esta nueva década.
No hay comentarios:
Publicar un comentario