lunes, 6 de junio de 2011

MOBY: Destruyendo expectativas.























Moby tiene tres estilos básicos muy reconocibles. Uno es el chill-out-soul con que nos sorprendió en Play. Otro es la banda sonora para detectives al estilo Bourne de Extreme Ways y sus temas y remezclas para las pistas de baile. El tercero es ese ambient exquisito que llena el alma de una intensa paz.

Todo esto se mezcla en Destroyed, un disco en el que vuelve al origen de su propuesta, dejando atrás las influencias hip hop de Last Night (2008) y la elegante suavidad de Wait For Me (2009), esta vez con una influencias sutiles de Aphex Twin o Richie Hawtin (Plastikman).

Sin ser minimal ni experimental, el décimo trabajo de este músico americano tampoco se entrega al lado más bailable, quedándose (una vez más) en el camino: una obra que tiene sus momentos pero que no logra mantener la tensión hasta el final.

Abre con atmósferas de meditación intropectiva con The Broken Places que en Be The One se unen a un estribillo con efecto de vocoder que de pronto explota con inesperada euforia y guitarras de fondo.

Continúa con Sevastopol, que comienza con sonidos acuáticos y percusivos que se desenvuelven como un río que empieza a fluir con ritmo. The Low Hum flota sobre un beat progresivo con voz femenina que en Rockets aterriza en un mar de tranquilidad etérea.

En The Day toma el micrófono y arma una pieza con todo el espíritu de Bran Eno y David Bowie, sonidos de cuerdas y electrónica vintage que crece hasta proporciones épicas. Se desliza en Lie Down In The Darkness y fluye con su inconfundible estilo hasta Victoria Lucas con coros gospel y samplers blueseros.

Se toma su tiempo en After, donde nuevamente se aplica con su voz en un estribillo que apenas rescata la melodía repetitiva y sin mucho filo. Despierta la oscuridad nocturna en Blue Moon, son efectos de vocoder sobre ritmos robóticos.

The Right Thing se balancea con una deiciosa cadencia cálida, pero a partir de aquí todo se vuelve lento y pausado. Stella Maris se convierte en vapor galáctico para dar paso a The Violent Bear Away, una melancolía con piano de la que ya no se recupera hasta cerrar con hermosas atmósferas con Lacrimae y When You Are Old.

En total, 15 canciones, quizás algunas prescindibles, sobre todo en una época en la que muchos prefieren lanzar EPs de calidad en lugar de arriesgarse con discos de larga duración. Pero Moby siempre ha arriesgado lo justo para no quedar (tan) mal.













De forma simultánea, junto con este álbum Moby presenta un libro de fotografías que, al igual que la música y los videos, fueron tomadas alrededor del mundo durante sus numerosas giras.


Puedes encontrar algunas de sus imágenes (incluyendo el original de la portada del disco) y una entrevista acerca de su trabajo fotográfico en The British Journal Of Photography.




Nueva York, EE.UU.



París, Francia.



Sao Paulo, Brasil.



Perth, Australia.


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