jueves, 22 de septiembre de 2011

NEON INDIAN: Nostalgia prematura y electrónica lo-fi.




El proyecto de este músico mexicano que creció en Texas encuentra continuidad en la tecnología y el sentido del humor para ofrecer otro gran trabajo.

Segundo LP de Alan Palomo, que desde su debut bajo el nombre de Neon Indian con el álbum Psychic Chasms (2009), cuando penas contaba con 21 años, no ha dejado de sorprender al mundo entero.

En busca de la inspiración, para dar vida a Era Extraña, Palomo vivió cuatro meses en un pequeño departamento en Finlandia, lo que dio como resultado esta grabación, fruto de su inclinación por reflejar escenas cinematográficas que después traduce a música con su particular estilo.

Synthpop y chillwave con espíritu indie y estética new wave, entre el noise y el dream pop sicodélico, Neon Indian es parte de una generación de artistas que recuperan el gusto por la tecnología lo-fi y un cierto desencanto que se traduce en nostalia prematura y una tendencia por exprimir al máximo el “aquí y ahora”.

Un álbum autoproducido bajo su propio sello Static Tongues, con la colaboración en las mezclas de Dave Fridmann (The Flaming Lips, MGMT), lo cual se nota en la profundidad y complejidad de los arreglos que ayudan a expandir su sonido, volviéndolo más complejo e interesante.

Mezclando elementos auditivos de 8 bits, como de una vieja computadora Commodore 64, con influencias que van desde OMD hasta Primal Scream y un estilo shoegaze, cada canción de  tiene un poco del dream pop que ha dominado a la música independiente de los últimos años.

Comienza con una breve introducción instrumental que da la orden de ir a la carga en Heart: Attack, que de inmediato nos lleva a la melodía con Polish Girl y se continúa con su lado sucio en Blindside Kiss y llega a su punto medio en Hex Girlfriend, con una cuidada exageración de sonidos.

Después de Heart: Decay, otro interludio instrumental, baja la intensidad y se asoma a su zona oscura con Fall Out y la canción que da nombre al disco, Era Extraña (un juego de palabras entre lo raro y el acto de echar de menos a alguien).

Halogen (I Could Be A Shadow) retoma la fuerza del pop y los sintetizadores al estilo de los 80 para volver a la sicodelia con Future Sick, con esa melancolía prematura que refleja el sentimiento de un mundo que se mueve vertiginosamente, ajeno a los sentimientos de una juventud que busca su lugar en la historia.

Despierta de nuevo a la luz y al ritmo como un rayo de luz en Sun Irrupt, para llegar al epílogo que libera los sentidos con Heart: Release, lo que se refleja en Arcade Blues, el bonus track que cierra el álbum con un optimismo y un beat muy bailable.

Un disco muy disfrutable, con una dosis precisa de frialdad racionalidad matemática y profunda sensibilidad artística que auguran grandes cosas para este joven músico.














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