Una de las bandas insignia del rock alternativo de California está de vuelta, con un sonido menos sorprendente, pero que no nos cansamos de escuchar.
I’m With You, el noveno disco de estudio y el primero en cinco años para Red Hot Chili Peppers, viene cargado de esa expectativa que rodea a las bandas legendarias, que sin realizar discos espectaculares, son capaces de mantener la atención y complacer a sus fans más fieles.
Durante este tiempo, se tomaron dos años de descanso, en los que Flea estuvo estudiando teoría musical y John Frusciante dejó la banda, dejando el cargo de nuevo guitarrrista en su amigo y frecuente colaborador Josh Klinghoffer, quien, en palabras de Anthony Kiedis, “cambió el sonido de la banda” e incluso fue él quien propuso el título del álbum.
Con Rick Rubin produciendo y la portada del disco diseñada por Damien Hirst, demuestran que saben rodearse de grandes para seguir siendo grandes y que aún tienen la energía suficiente para seguir siendo interesantes para las nuevas generaciones de veinteañeros.
Muy lejos ya de las intensidades punk, coquetean con ritmos más bailables e influencias africanas, con sus guitarras que van del funk al hard rock, melodías pop y un sonido que es una perfecta continuación de lo que han venido produciendo desde Californication (1999) o By The Way (2002).
Abren con cierta ezquizofrenia, pasando del ruido al ritmo bailable con influencias disco en Monarchy Of Roses. Mantienen su fuerza y actitud habitual en canciones como Factory Of Faith y Anny Wants A Baby. Goodbye Hooray va por la misma línea pero de pronto se transforma en un portento de energía que a su vez de pronto da paso a un interludio mágico con un piano y regresa al origen de la canción.
The Adventures Of Rain Dance Magpie, el primer sencillo, pareciera perfecta para ser cantada por Mick Jagger. Inspirados en un viaje de Flea con Klinghoffer a África, en Ethiopia ensayan con su versión del afrobeat todo y percusiones, mientras que Did I Let You Know se fusiona con influencias del brass, con trompeta y una melodía que por momentos se acerca a lo latino.
Brendan’s Death Song es sin duda uno de los mejores momentos del dísco, una de esas canciones tranquilas y hermosas que van creciendo y que tan bien se les dan en el estilo de clásicos Under The Bridge o My Friends.
Brendan’s Death Song es sin duda uno de los mejores momentos del dísco, una de esas canciones tranquilas y hermosas que van creciendo y que tan bien se les dan en el estilo de clásicos Under The Bridge o My Friends.
Conservan su postura desenfadada en Happiness Loves Company, que tiene un acento optimista, casi beatlesco, mientras que en Even You, Brutus? y Look Around pasan del rap a la melodía con su habitual facilidad y también saben cambiar de registro, como lo demuestran en Police Station, una pieza por momentos inusualmente delicada y armoniosa, o en Meet Me At The Corner, un tema casi de rock clásico con un final al estilo de Creedence Clear Water Revival, o en Dance, Dance, Dance, que regresa a las influencias africanas para cerrar el álbum de nuevo con un toque disco.
Un trabajo que si bien ya no tiene ese filo revolucionario de sus primeros años, nos enseña que a veces, para mantenerse en el radar, basta con hacer bien lo que se sabe hacer bien.
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