Entre la experimentación y la repetición, el cuarto disco de esta banda es más un signo de interrogación que un signo de admiración.
Una cosa queda clara: el sonido de Kasabian jamás volverá a ser el mismo sin su guitarrista y compositor original, Christopher Karloff.
Sergio Pizzorno, el guitarrista y actualmente el principal compositor de los temas, declaró que Velociraptor! sería un clásico, de esos de los que no hay desde hace años. Sin embargo, no es así.
Después del multipremiado West Ryder Pauper Lunatic Asylum (2010), que parecía encontrar por fin el camino del estrellato, este cuarteto de Leicester regresa como un predador con apetito, pero sin garras ni colmillos. Un trabajo interesante y entretenido, a medio camino entre sus inicios y un extraño nuevo rumbo, más melódico y moderado.
Su peor pecado es precisamente intentar sonar “actuales” y voltear de pronto la mirada a las influencias de los 60 al estilo de Alex Turner y Miles Kane con The Last Shadow Puppets, lo que les hace sonar por momentos completamente fuera de su registro habitual.
Su peor pecado es precisamente intentar sonar “actuales” y voltear de pronto la mirada a las influencias de los 60 al estilo de Alex Turner y Miles Kane con The Last Shadow Puppets, lo que les hace sonar por momentos completamente fuera de su registro habitual.
Quizás tenga algo que ver que en sus primeros años no tenían un baterista fijo, por lo que las bases programadas tenían un papel importante en sus canciones, que se combinaban con las guitarras de Karloff para dar por resultado ese potente y característico sonido.
Quizás tenga que ver con la paternidad y los treinta y tantos, pero su intento de lograr un álbum maduro se queda en un experimento que termina sonando más como un disco de transición que como un clásico que los consolide en la historia del rock.
Eso sí, la voz de Tom Meighan suena más fuerte y segura y la producción de Dan Nakamura, mejor conocido como Dan The Automator (Gorillaz) aporta un buen toque en los arreglos, con influencias de Primal Scream o Kula Shaker.
Comienzan con sonidos del medio oriente y ritmo neo-sicodélico invitándonos a hacer de cuenta que son los que eran con Let`s Roll Like We Used To. Afortunadamente, recuerdan lo que mejor saben hacer y continúan con coros y riffs de guitarras sobre ritmos post-britpop en Days Are Forgotten.
Tienen su momentos más bajos en Goodbye Kiss es una balada el estilo de los 50, ñoña, cursi y sin filo. La Fee Verte es un delirio que habla del absenta con referencias a The Beatles y Dalí, pero al igual que Man Of Simple Pleasures, son canciones de baja intensidad al estilo de Duran Duran, The Verve u Oasis.
Destaca Acid Turkish Bath (Shelter From The Storm) una pieza compleja, ambiciosa, con exóticas armonías árabes y diferentes momentos que pasan de lo denso a una melodía sencilla con guitarra rítmica, palmadas y coros.
Velociraptor!, la canción que da título al álbum, se encuentra en ese punto medio entre el power pop y el rock rítmico, mientras que I Hear Voices es como una de sus primera composiciones, pero sin esos riffs de guitarra que les dieron identidad por lo que termina siendo a una simple pieza de synth pop.
Re-Wired o Switchblade Smiles vuelven al camino del rock como mejor lo saben hacer y podrían ser sin duda las mejores canción del disco, aunque una vez más, las guitarras se quedan atrás, tímidas, sin llegar a explotar con la fiereza de antaño.
Cierran melódicamente con Neon Noon, una especie de canción de cuna que despide el álbum con suavidad y nos deja con la sensación de que podrían haberse esforzado un poco más y que lo mejor está aún por venir.
http://bit.ly/psX8LV
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