Oasis era un grupo gamberro, sucio, rockero, polémico, productivo. Un deleite para los fans y los medios y un blanco fácil para los críticos y snobs. En su día (hace ya 15 años) revolucionaron la escena del brit pop y significaron una influencia para muchos.
Pero Beady Eye no es Oasis, para lo bueno y para lo malo.
Para lo bueno, parece que han intentado buscar nuevas formas dentro de un estilo que ya se repetía en exceso. Para lo malo, les hace falta el toque fino que siempre aportaba el hermano mayor de los Gallagher.
Producido por Steve Lillywhite (Morrisey, U2), Different Gear, Still Speeding, el que hubiera sido el octavo álbum de Oasis, se convierte en el primero de la era post-Noel.
Trece canciones que intentan reivindicar el genio de Liam Gallagher y demostrar que ha madurado no sólo musicalmente, sino también en su manera de ejercer el liderazgo de una banda.
No se sacan de encima el estigma de sus influencias. Los Beatles y la ola británica de los 60 siguen siendo el eje sobre el cual se mueven las variaciones de los cuatro supervivientes del grupo. Pero en esta ocasión incursionan en sonidos y arreglos que amplían el espectro de su propuesta.
Abren heroicamente con Four Letter Word con unos espectaculares arreglos de cuerdas y vientos y continúan con Millionaire, que explota una vena más clásica y bluesera.
En The Roller evolucionan hacia... John Lennon solo, lo cual no es mucha evolución, pero hay que decir en su favor que es una buena canción que recuerda a aquella primera época del Definitely Maybe.
Intentan resolver una eterna discusión en Beatles and Stones, con toda la onda de la sicodelia de The Kinks, mientras que Wind Up Dream es The Who; Bring The Light suena más al rocanrol clásico de Chuck Berry o Jerry Lee Lewis y For Anyone es más ligera, casi naive, con un toque folk y hippie estilo The Byrds.
Quizás es en Kill For A Dream cuando más se extraña al otro hermano. Sólo los Gallagher sabían hacer un himno de una balada y ni siquiera Andy Bell, ahora a la guitarra, puede llenar esos zapatos.
En un juego de contrastes, Standing On The Edge Of Noise y Three Ring Circus son guitarrosas y duras pero Wigwam termina casi como un jingle publicitario. The Beat Goes On es a la que le toca la influencia más beatlesca, con sus ecos de Strawberry Fields y Sergeant Pepper y The Morning Sun va de lo acústico a lo sicodélico para cerrar de forma grandilocuente este trabajo.
Se requiere mucho valor para intentar continuar un proyecto así sin uno de los líderes y fundadores y las consecuencias a la larga pueden ser inesperadas. Sin embargo, Beady Eye logra un disco diverso y con muy buenos momentos que es un buen primer paso para continuar la aventura.
me gustan mucho tus reseñas
ResponderEliminarMuchas gracias :)
ResponderEliminarMe encantó tu blog. Y sí la música y sólo la música salvará nuestras almas. Muy chidas reseñas. Felicidades. Claudia Quintana
ResponderEliminarGracias Claudia!!! :))
ResponderEliminarAhora me toca escuchar tu programa.
Saludos!