La banda inglesa más exitosa del siglo 21
regresa con su quinto disco, enfrentando el reto de superarse a si mismos.
Cuando una banda llega a la cima, cada
nuevo disco es un desafío. Con cada trabajo, el público y la crítica se vuelven
más exigentes. Al mismo tiempo, se toman decisiones en la continua búsqueda de
rutas creativas, en favor de los sonidos y las fórmulas conocidas o en favor de
la experimentación y el riesgo.
Coldplay ya han intentado dar ese gran
salto con Viva La Vida (2008), de forma que Mylo Xyloto es más bien una
continuación de la estética que vienen ensayando recientemente. No es un
riesgo, sino una evolución discreta, intentando apartarse de sus propios
lugares comunes, pero sin conseguirlo.
Se trata de un disco conceptual que narra
una historia de amor situada en un ambiente futurista en un lugar imaginario,
un esfuerzo creativo que no llega a compensar el hecho de que las canciones
suenan prácticamente a lo mismo que han sonado siempre, variaciones sobre su
propia plantilla.
Rock pop alternativo y romántico,
sobreproducido y complaciente, la herencia del brit pop encarnada una banda que
ha sido llegada a considerarse como la más importante de este siglo, ayudados
por los medios de comunicación y su relación con celebridades y causas sociales
(cualquier parecido con U2 es mera coincidencia).
Contando nuevamente con la producción de
Brian Eno, abrazan los sonidos synth pop y chill wave de unos años para acá.
Los coros son más expansivos y las atmósferas envolventes están presentes en
casi todas las canciones cuyas letras, que van de la melancolía al optimismo,
tampoco alcanzan los niveles de originalidad esperados.
Eso sí, hay que reconocer que siempre hay
frescura en su sonido: guitarras rítmicas, distorsiones y efectos, percusiones
poderosas, sintetizadores y pianos con excelentes arreglos de cuerdas en una
colección de canciones que van de lo épico y orquestal a lo acústico y más
íntimo.
Abren con Mylo Xiloto, una pequeña introducción
instrumental para arrancar con un inusitado ritmo pop en Hurts Like Heaven.
Paradise comienza con cuerdas y continúa con sintetizadores chill-wave y piano
que se unen al final de forma grandilocuente, con una estupenda interpretación
en la voz.
Charlie Brown tiene todo el poder de los
himnos de los conciertos masivos, al igual que Don’t Let It Break Your Heart,
otra canción diseñada para los estadios. Us Against The World es una romántica
y delicada balada, minimalista y semiacústica, con influencias dub.
M.M.I.X. es el segundo puente instrumental
que deriva en Every Teardrop Is A Waterfall, que con su controvertido comienzo
y sus sintetizadores noventeros no deja de ser una canción simplona y sin
personalidad. Major Minus me parece el mejor tema, una gran composición producida impecablemente y toda la fuerza e intensidad en
la ejecución, mientras que en Princess Of China se arrojan de nuevo al pop y al
rythm’n’blues con la colaboración de Rihanna.
Up In Flames nos devuelve el sonido clásico
de la banda, una de sus intensas y finas baladas con la voz de Martin llevando
la melodía, que da paso a A Hopeful Transmission, el último interludio. Up With The Birds tiene una
introducción con todo el sello de Eno, para luego cobrar vida propia para el
gran final feliz en donde el amor lo conquista todo.
Un disco muy
disfrutable para los fans de la banda y una sorpresa para los demás, pero que no va a convencer a sus detractores.
http://bit.ly/twCV5M
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