Ya tenemos aquí el segundo podcast de
la serie de los 100 Discos del VeinteOnce, en Antes Radio.
Para empezar, llega Claudia Quintana la cabina con excelentes rolas. Después, tenemos la emisión con los lugares 91 al
83, que vienen cargados con propuestas indie que nos sorprendieron este año.
No dejes de escucharlo y comentar tu
opinión. ¡Aquí vamos!
Comenzamos nuestro viaje a través de algo
de la mejor música que pudimos escuchar este año.
Dicen que en tiempos de crisis, la
industria del entretenimiento crece. Será por eso, o por cualquier otro motivo,
el 2011 ha sido especialmente prolífico y abundante en buenos discos.
Nuevas bandas, bandas que lanzaron su
segundo o tercer trabajo, grandes veteranos y sorprendentes regresos que se
convirtieron en parte del soundtrack de nuestras vidas y que iremos recorriendo
en 12 podcasts que hemos preparado para ustedes.
En cada podcast, vamos a poner nueve
canciones, una por cada disco, en cuenta regresiva, así que va a ser como un
playlist que se va poniendo cada vez mejor, hasta llegar al que, según
nosotros, ha sido el disco que marcó este año, musicalmente hablando.
Y empezamos la cuenta regresiva de los 100
discos del 2011, en AntesRadio.
Uno de los discos más interesantes del año
no es un álbum original, sino un disco de versiones producido por una
importante revista musical, que nos lo deletrea para que todos puedan
pronunciarlo bien.
En su número 305, la revista Qcelebra su 25 aniversario con la edición de (Ahk-toong Bāy-bi) Covered, un merecido homenaje a uno de los mejores
trabajos de una de las bandas más importantes de los últimos 30 años.
El disco Achtung Baby(“Cuidado Nena”, en alemán e inglés), el séptimo disco de la banda
irlandesa U2, lanzado en 1991, fue unos de los
discos que revolucionaron definitivamente la música rock a finales del siglo
pasado y es por esta razón que, en lugar de centrarse en el grupo, el eje
conductor es la obra en sí.
Un álbum más oscuro y arriesgado que nada
que U2 hubiera intentado hasta ese momento, la
foma en que incorporaron más sintetizadores, distorsiones y beats electrónicos
derivados del rock alternativo, el tecno, el dance e incluso el hip-hop, cambió
la historia del rock para siempre y se ve aquí reconocida como una de las obras
más importantes de todos los tiempos.
Normalmente, los discos de tributo se
conforman de dos o tres estrellas y un montón de bandas desconocidas. Pero en
esta ocasión, dada la fama y el prestigio de esta publicación (por no mencionar
el presupuesto), consiguieron conjuntar a un buen grupo de artistas reconocidos
para el álbum.
De esta forma, 12 artistas hacen los
honores a cada uno de los 12 temas del disco producido por Brian Eno y Daniel Lanois y se convierten así
en el material de este álbum, que fue descrito por el editor Paul Rees como
“uno de los pivotes de nuestra vida”.
Abren con Zoo Station en la versión de Nine Inch Nails,
deconstruyendo el tema abridor para acercarlo al estilo techno post-apocalítico
de Trent Reznor y compañía, seguido por el DJ
francés Jacques Lu Cont, que aporta su visión y
estilo en el remix de Even Better Than the Real Thing.
Bajan el ritmo para darle paso al cantante
folk irlandés Damien Rice (quien ya había hecho
el cover de Creep de Radiohead en el 2007), y con sencillez y buen gusto hace una versión lenta y
llena de sensibilidad de One, que se continúa con la soberbia interpretación de
Patti Smith del tema Until The End Of The
World, con tal éxito que casi podría parecer que el
original es el de ella.
Garbage
imprime su conocido estilo de rock pop reciclado a Who's Gonna Ride Your
Wild Horses, sin tanta emoción, mientras que Depeche
Mode retoma los sintetizadores para reinventar el
sonido de So Cruel para lograr un buen cover. The Fly
llega un poco desmejorada de la mano del cantautor Gavin Friday, que por lo menos intenta hacer algo original con una canción que
de por sí es complicada. Snow Patrol, en
cambio, logra hacer una interesante versión de Mysterious Ways, bajándole el ritmo y subiéndole la emoción.
The Fray
llegan con Tryin' To Throw Your Arms Around the World, uno de los temas menos populares pero igualmente reconocibles y
que marcaron parte del sonido de U2 en trabajos
posteriores, transformándola en una balada poderosa. De forma similar, The
Killers se esfuerzan con Ultraviolet, pero no llegan al nivel de la original
Difícil tarea le toca a Glavegas, de versionar Acrobat, una de las
piezas más complejas y menos populares del disco, y terminan convirtiéndola en
un atasque de melodías y armonías saturadas con el estilo melodramático de los
escoceses. Por último, la crereza del pastel viene de parte de Jack
White, que con su excelente visión musical rescata Love
Is Blindness y le da un tratamiento con su estilo
crudo de rock sureño con influencias de los 60 para cerrar el disco con mucho
estilo.
A petición del propio Bono, las ganancias provenientes de este álbum serán donadas al proyecto
de la ONG irlandesa Concern Worldwide en África
del este para aliviar los efectos de la ahmbruna y la grave crisis de salud de
la región, también como un ejemplo de la herencia de U2 en este aspecto.
Una razón más para difrutar de este gran
trabajo, que nos transporta a la época cuando el mundo entero se maravilló con Achtung
Baby y nos da 12 buenas razones para volver a
disfrutarlo.
Celebrar el aniversario de una de las
bandas más grandes del mundo, no se da todos los años.
Este 2011, Pearl Jam conmemora sus primeros
20 años en los escenarios y decide festejar lanzándose a la carretera con una
nueva gira, disco y documental para sus seguidores.
Con toda la experiencia que tienen encima,
Twenty es apenas su tercer recopilatorio, esta vez coleccionando diversas
presentaciones en vivo a lo largo de los años, junto con demos, versiones
instrumentales y todos los condimentos para hacerlo de lo más apetecible a los
fans.
El álbum es además la banda sonora del
rockumental del mismo nombre, escrito, dirigido y producido por su viejo amigo
y colaborador Cameron Crowe (Singles, Jerry Maguire, Almost Famous), que narra
los comienzos y el ascenso de esta legendaria banda a lo más alto de la fama y
el reconocimiento global.
Utilizando 12 mil horas de material de la
banda y filmaciones nuevas, Crowe nos lleva a través de los años de formación
de la banda, su súbito estrellato, el retiro de la luz pública y la creación de
un círculo de confianza y una cultura del trabajo a su alrededor, además de
recordarnos algunos de los sucesos que son ya parte de la leyenda de esta
banda, como su cruzada (inútil) contra Ticketmaster, la tragedia del concierto
de Roskilde, Dinamarca, en el año 2000, etc.
El soundtrack, en cambio, no contempla
tantos lugares comunes, dejando de lado algunos de sus éxtitos como Even Flow,
Jeremy o Animal para ofrecernos piezas no tan conocidas pero, precisamente por
eso, realmente apreciables por su calidad.
Una colección de excelentes -o por lo
menos, interesantes- interpretaciones, que dan un buen repaso a la carrera, a
través de su sonido en directo, de la banda de la que Kurt Cobain en el
documental llega a decir que se volvieron “demasiado comerciales para ser
tomados en serio”.
Entre los 30 tracks del disco, destacan la
extraordinaria Not For You, grabada en Manila, Filipinas, en 1995; la poderosa
Do The Evolution, en una versión para la estación Monkeywrench Radio de Seattle, o la
interpretación clásica de Black en MTV Unplugged en el 92.
Para los conocedores, resalta el cover de
Walk With Me, acompañados por el mismísimo Neil Young, ídolo y figura
inspiracional para todo el movimiento grunge, o Crown Of Thorns, que fue
escrita en la época de Mother Love Bone, antes de que su vocalista original,
Andrew Wood, muriese y reclutaran a Vedder, cambiaran el nombre de la banda y de paso cambiaran la historia del rock.
También llaman la atención los demos, como
el de Say Hello 2 Heaven, de la época de Temple Of The Dog, y las emotivas
ejecuciones de Indifference, en Bolonia, Italia, en el 2006, o Better Man, durante un
concierto en Nueva York el 2010, cantada por el público desde la primera estrofa
y con un increíble final lleno de energía.
Just Breathe, de su más reciente disco
Backspacer (2009), es otra de las grabaciones más recientes del álbum,
registrada en el Madison Square Garden durante una sesión para el prorama
Saturday Night Live el año pasado, así como la deslumbrante interpretación de
Rearview Mirror en Universal City en 2009, con la que cierran más de dos horas
de música en vivo.
Todo un concierto que resume la magia, el
virtuosismo, la intensidad y la energía que esta banda transmite en el
escenario desde 1991.
Una de las mentes creativas más influyentes
en los últimos 40 años regresa con todo y orquesta para cantar las mismas
canciones con otros instrumentos.
¿Quién podría quitarle a un artista el
derecho de reinterpretar su propia obra las veces que le haga falta? Peter
Gabriel, que desde el 2002 no lanza nuevo material original, vuelve al camino
de los covers, esta vez de sí mismo, y decide tomar el riesgo de transformar
algunos viejos temas propios con una nueva idea, paradójicamente, más clásica.
New Blood son versiones orquestales de
algunas de sus composiciones, sin guitarras ni baterías, re-escribiendo la
partitura para adaptarla a la ejecución por parte de un ensamble sinfónico. Una
continuación de su trabajo Scratch My Back (2010), en el que no sólo versionaba
a otros artistas, sino que además lo hacía igualmente con una orquesta.
No hay grandes temas porque no se trata de
versionar un montón de hits, sino de encontrar la forma de reinterpretar su
discurso musical escogiendo los temas que mejor se adapten a su nueva
traducción estética y puesta en escena, lo cual consigue con admirable
eficacia.
Trabajando con el compositor y arreglista
John Metcalfe, consigue reinventar algunos de sus clásicos de forma sinfónica y
consigue rescatar su lado teatral. Con la voz cambiada ligeramente por el
tiempo, pero conservando esa potencia e intensidad, más que un disco de rock,
es un recital de un genio de la música.
En la primera parte del álbum predomina la
época de 1980 a 1982, con piezas de los discos III (Melt) y IV (Security),
mientras que en la segunda abundan las versiones del disco So (1986), junto con
algún tema de Us (1992), OVO (2000) y Up (2002).
Abre de forma operística con The Rythm Of
The Heat, que termina con unos intensos arreglos de violines y trompetas y
continúa con dulzura en Downside Up, acompañado por su hija Melanie Gabriel en
la voz.
San Jacinto se convierte en un drama épico
de 7 minutos. Intruder comienza casi como si estuviera contándote un secreto,
con una teatralidad magistral, para narrarnos una historia frenética y oscura.
Wallflower se convierte en una dulce balada con un violín y un piano exquisitos
que crean una atmósfera delicada y llena de destellos de luz.
Entonces llega un allegro con cuerdas que
podría confundirse con la entrada de un anuncio de cerveza mexicana, pero no,
de pronto baja el tempo y se revela In Your Eyes, que se despoja de sus raíces
de ritmos africanos y se convierten en más de siete minutos de armonías que de
pronto suenan un poco a la banda sonora de The Lion King.
Las versiones de Mercy Street, con un
estilo minimalista y detalles exquisitos, y Red Rain, con un coro que crece a
niveles apoteósicos, como en los viejos tiempos, vienen casi naturales, como
una lógica trasposición de elementos de lo eléctrico a lo sinfónico.
Darkness es la única composición de este
siglo que logró colarse en el álbum, una pieza oscura y densa, casi siniestra.
Don’t Give Up suena bastante similar durante la primera parte, con la voz de la
noruega Ane Brun haciendo la parte de la inimitable Kate Bush y un piano
extrañamente gospel que desata una avalancha de coros, cuerdas y vientos.
Digging In The Dirt me parece la
interpretación más inesperada y sorprendente, logra rescatar un tema poco
apreciado y darle un nuevo significado, destacando el drama y el conflicto
interior de la letra de forma impecable.
La instrumental The Nest That Sailed The
Sky no es muy diferente a la original y baja la intensidad hasta que nos
encontramos con ruidos de pájaros y viento: casi cinco minutos de sonido
ambiental grabado en el lugar llamado Salsbury Hill, que sirve como preludio a
la poderosa versión del tema del mismo nombre.
La versión de lujo tiene además como bonus
track una excelente versión de Blood Of Eden para cerrar el álbum, además de
las versiones instrumentales de todos los temas.
Y por si fuera poco, durante su
presentación en el show de David Letterman, tocó además versiones de Biko,
Signal To Noise y Rythm, no incluídas en el disco, lo que hace suponer que los
conciertos de esta gira serán un deleite para los fans de este gran artista.
Discos destacados dentro del panorama más innovador e independiente y que aportan una visión distinta de la música popular contemporánea.
Cualquiera de estas bandas sería merecedora
de una reseña en solitario, sin embargo, por falta de tiempo y los grandes
nombres indispensables en cada entrega, estos cinco discos se quedaron
pendientes. Grupos emergentes que regresan con su segundo o tercer
trabajo y algunos viejos conocidos que con sus propuestas han enriquecido
enormemente la oferta musical del 2011.
Así que nos ponemos al corriente con este
especial, que complementa lo mejor de las bandas indie en la segunda mitad del
año.
APPARAT, “THE DEVIL’S WALK”
Sascha Ring es un músico alemán que en este
nuevo disco pasa del dance al ambient, en una evolución que le ha llevado a
preocuparse más por diseñar sonidos que por programar beats.
Después de colaborar en el proyecto Moderat
con los berlineses Modeskeletor y lanzar su versión de la serie DJ Kicks,
regresa con The Devil’s Walk, su cuarto álbum de estudio, un disco que se
empezó a grabar en Sayulita, México y fue terminado en Berlín y toma el
título de una obra del poeta inglés del siglo XVI, Percy Shelley.
Indie electrónico que en esta ocasión
intenta alejarse de las pistas de bale en favor de un sonido más pop, dream,
synth y dubstep, melancólico, sentimental, intimista y épico a la vez, captando
las tendencias (ya no tan novedosas) que van de Radiohead y Sigur Ros a M83 o
Animal Collective.
Sacrificando la electrónica pura y dura,
mezcla bases programadas y sintetizadores con instrumentos orgánicos como
piano, mandolina y batería. Temas largos, casi minimalistas, cantando él mismo
en inglés la mayoría de las canciones. Un trabajo valiente y en el que se
atreve a dar un giro creativo, que si bien es un cambio de estilo no deja de
sorprender por su calidad y sensibilidad.
LITTLE DRAGON, "RITUAL UNION"
Con la sorprendente voz y personalidad de
Yukumi Nagano al frente, este cuarteto sueco de Gotenburgo que pasó 10 años
tocando antes de grabar un solo sencillo, lanza su esperada tercera producción.
Un grupo en continuo ascenso, que después
de haber colaborado con músicos como Jose Gonzalez, Gorillaz, TV On The Radio y
DJ Shadow vuelven con Ritual Union, un disco en el que siguen afinando su
propuesta.
Electrónica, dream y synthpop que se
mezclan con neo-soul, trip hop, R&B abstracto y downtempo creando ambientes
lo-fi delicados y profundos, intensos y conmovedores, que Nagano llena de
emoción con su interpretación.
Pasan con naturalidad y sencillez del
R&B abstracto (Ritual Union) al jungle minimalista (Little Man) a los beats
be-bop bailables (Shuffle A Dream, Nightife) al dubstep (When I Go Out), en un
álbum que nos deja con el mejor sabor de boca para esperar la
siguiente paso en la evolución de esta banda.
ST. VINCENT, “STRANGE MERCY”
Continuando con uno de los talentos
femeninos más sorprendentes de los últimos años, la norteamericana Annie Erin
Clark, mejor conocida bajo el alias de St. Vincent, vuelve con su tercer disco.
Con la herencia de artistas como Patti
Smith, PJ Harvey o Cat Power, esta multi-instrumentista (guitarra, bajo y
teclados) combina indie, rock y pop experimental con actitud artística, que ha
sido catalogado como rock de cámara por la estructura e instrumentación de sus
composiciones.
Estructuras inteligentes que, con su voz lánguida y
extraordinarios arreglos de cuerdas y vientos, nos transportan hasta su propio
e inclasificable universo.
Escrito en Seattle durante una etapa de
aislamiento y “limpia”, es un álbum honesto y provocador, que ella misma
describe como más personal, con temas que transitan entre diferentes estados de
ánimo, oscuros y soleados, y habla de la felicidad (Cruel), la locura
(Hysterical Strenght), las relaciones (Chloe In The Afternoon) o la depresión
(The Year Of The Tiger).
Surgeon está inspirada en el diario de
Marilyn Monroe, en el que escribe: “Best, finest surgeon. Come cut me open".
Una gran frase que resume la sensualidad y la intensidad de esta extraordinaria
artista.
GIRLS, “FATHER, SON, HOLY GHOST”
Desde la soleada California, el dúo formado
por Christopher Owens y Chet "JR" White lanzan su segunda producción.
Dos chicos que se hacen llamar Girls y que
con Father, Son, Holy Ghost se persignan para lanzarse a los mercados masivos
con su indie rock pop con la estética retro de Buddy Holly y The Beach Boys
mezclada con Deep Purple y la actitud post-emo, post-rock y
post-todo de la generación del nuevo milenio.
Fieles a la costa y la estética surf de los
50 (Alex) y a las composiciones suaves (How Can I Say I Love You o Love
Life), su versatilidad sorprende más cuando dejan de lado la estética vintage y
muestran su lado más duro (Die), usan una guitarra flamenca (Just A
Song) o se embarcan en un tema shoegaze de 8 minutos (Forgiveness).
La letra de Honey Bunny y MyMa’ hablan de
la relación de Owens con su madre, mientras que la balada folk gospel Vomit y Jamie Marie fueron inspiradas por sus exnovias. Así de personal, atormentada,
romántica y juvenil es esta propuesta que ha llamado la atención de propios y
extraños.
Un álbum que si bien no es muy consistente
tiene excelentes canciones y resulta una continuación más que suficiente para
su carrera.
DEERHOOF, "VS. EVIL" + "99% UPSET FEELING"
También de la bahía de San Francisco, una
leyenda del movimiento indie nos ofrece un impecable trabajo.
Deerhoof son supervivientes del indie
original de finales de lo 90 y Vs. Evil es el décimo disco de estudio de esta
banda. Arriesgados, incansables y siempre inusuales, con una verdadera vocación
de hacer música diferente en cada álbum.
Indie experimental y artístico que se funde
con el noise y las estructuras menos convencionales para fusionar ritmos
latinos, funk, pop y rock en una de las propuestas más interesantes de la
última década.
Con el espíritu que va de Sonic Youth a
Stereolab o Yo La Tengo, contraponen la dulce voz de la bajista Satomi
Matsuzaki con el virtuosisimo de Greg Saunier, John Dieterich y Ed Rodriguez,
dentro de una cuidada disonancia de guitarras, sintetizadores, ruidos y
percusiones frenéticas en canciones con estructuras nada convencionales que cambian
a cada momento.
12 temas cortos que sin embargo suenan como
un verdadero universo de sonidos que van del indie (Behold a Marvel in the
Darkness) a lo lo experimental (The Merry Barracks), de la energía (Secret
Mobilization) al ritmo (Hey I Can) y de las melodías orgánicas (I Did Crimes
for You) a lo ambiental (Almost Everyone, Almost Always), en un disco
indispensable en la colección de todo conocedor.
Por si fuera poco, no conformes con el
nuevo material, estos incombustibles veteranos, lanzan también 99% Upset
Feeling, una extraordinaria colección de temas grabados en directo que repasan
de forma inmejorable su trayectoria y que puedes descargar de forma gratuita en
el sitio oficial de la banda.
Un paso hacia adelante de estos chicos de
Irlanda del Norte que no dejan de ascender en su camino.
Dentro de las grandes bandas de este siglo
21, Snow Patrol siempre ha permanecido presente
y, sin embargo, siempre parece ensombrecida por algún otro grupo de sonido
parecido con un éxito mayor.
Fallen Empires, el sexto álbum de esta agrupación, intenta enmendar el rumbo y
ensanchar sus miras simplemente concentrándose en ser fieles a ellos mismos y
hacer mejor lo que mejor saben hacer, intentando dar una dimensión nueva a su
música.
Rock pop poderoso y emocional, con
influencias brit pop, indie y alternativos, que van de lo romántico a lo
inteligente, de lo intimista y reflexivo a momentos llenos de ritmo y armonías
precisas y memorables.
Algo entre U2, Coldplay, Arcade Fire y LCD Soundsystem, con sus himnos
para los grandes estadios y una gran instrumentación. Quizá el único problema
es que ya existen muchos que han intentado seguir por el mismo camino y las
similitudes son demasiado evidentes
Grabado en los estudios Rancho De La
Luna en el desierto del parque nacional Joshua
Tree en el sur de California, cuentan una vez más Garret ‘Jacknife’ Lee en la producción y las mezclas. Incorporan un poco más de la música
bailable, que combinan con algunas composiciones oscuras, sin dejar de lado su
lado emocional y sensible.
Combinan influencias de la electrónica con
riffs de guitarras distorsionadas por parte de Nathan Connolly, con las usuales letras emocionales y una eficiente interpretación
de Gary Lightbody en la voz, esta vez apoyado
con coros al estilo de Elbow.
Un trabajo ambicioso y bien ejecutado, que
suena más maduro y completo que sus predecesores, que expande su sonido y da
muestras de la calidad de esta banda.
Abren de forma sorprendente y con toda la
energía con I’ll Never Let Go, que se continúa
con Called Out Of The Dark, el primer sencillo,
que tiene la fuerza del mejor britpop. A partir de aquí, el disco se divide entre la sensibilidad y el ritmo.
Por un lado, tienen baladas sentimentales y delicadas, emotivas
y románticas, como This Isn’t Everything You Are,
una historia de amor con grandes coros y un final inesperado, los recuerdos de
infancia de The Garden Rules, la inspiración de
las lecciones de la vida de Lifening y la triste
historia de separación de New York.
Por otro lado, rescatan la estética new wave con el groove
bailable de The Weight Of Love y en The
Symphony, con su gran riff de guitarra final. Se
ponen serios con Fallen Empires, con una
interesante estructura progresiva que va creciendo pero no llega a estallar. In
The End tiene el sonido Coldplay escrito por todas partes.
Vuelven a la calma en Berlin y The President, con arreglos de
piano preciosistas, y Those Distant Bells con
sus atmósferas ambientales y guitarras, para cerrar de forma impresionante con
un “outro” de minuto y medio que bien podría formar parte de la banda sonora de
una película.
Un buen disco que no defraudará a sus fans,
pero que a los demás aún nos deja la duda de saber si algún día serán capaces
de desprenderse de las sombras de sus similares y dar ese gran salto para
brillar con luz propia.
No conforme con ser un cineasta de culto, este inclasificable artísta se anima a entrar al estudio de grabación para mostrarnos una faceta distinta de su creatividad.
Desde hace muchos años, a David Lynch se le considera un excéntrico e inusual creador que ha definido un estilo cinematográfico por sí mismo; una personalidad renacentista, un hombre universal de nuestra era que, aparte de su intensas relaciones sentimentales ysu activismo en favor de la meditación trascendental, con este trabajo nos demuestra que, más que un gran cineasta, pintor, dibujante de historietas, diseñador y escritor, es un gran artista.
Incansable e inquieto, su camino experimental lo ha llevado a través de diferentes áreas e intenciones creativas, hasta encontrar interés en las nuevas tecnologías y la música, locual no es de extrañar, ya que siempre ha sido un apasionado por el diseño deaudio de sus filmes y algo habrá aprendido de sus largos años de colaboración con Angelo Badalamenti.
Después de su participación con DangerMouse y Sparklehorse en dos tracks de Dark Night of the Soul (2010) y co-escribir el álbum This Train (2011) junto con la cantante Chrysta Bell, ahora Lynch se lanza con Crazy Clown Time, su primera producción oficial como solista.
Rock alternativo y oscuro que se fusiona con la electrónica en un rango de sonidos que van del dark minimalista al synthpop con influencias del blues y el bluegrass, en un esfuerzo que recuerda las grabaciones más oscuras del estilo gótico-electro-electrónico de Bauhaus, Sisters Of Mercy o Tangerine Dream hasta el electrónica de Death In Vegas.
Grabado en su propio estudio junto con elingeniero y productor Dean Hurley, el propio Lynch compone todos los temas,toca la guitarra y “canta”, o más bien, recita al estilo de Bob Dylan, Lou Reed o Henry Rollins. Se basa en ritmos programados, pero no deja de lado su provocación perturbadora habitual y la estética paranoica, que en esta ocasión viste con sonidos de guitarras distorsionadas de western surrealista y vocoderspara la voz.
Un disco que va de regular a bueno a un poco aburrido y que, si bien no le convierte en un gran músico, por lo menos consigue un estilo identificable que lo hace, como siempre, inconfundible, y logra una calidad digna de ser considerada en la biblioteca musical decualquier amante del cine y las rarezas musicales.
Abre con Pinky’s Dream, un gran tema con la voz sensual y provocadora de Karen O (Yeah Yeah Yeahs) y continúa con Good Day Today, que fue lanzada como un sencillo con varios remixes a principios de este año, una canción electro pop, casi naive.
En temas como So Glad, I Know y The NightBell With Lightning sorprende por su beat lento y su ambiente narcotizante, mientras que piezas como Noah’s Ark o Crazy Clown Time son canciones perturbadoras, obsesiva, inquietantes y bizarras y aún así bellas, interesantes y seductoramente oscuras, como sus filmes.
Football Game transmite el tedio de una tarde de domingo aburrida; Strange And Unproductive Thinking es un discurso robotizado de 7 minutos y medio que habla acerca de la meditación trascendetal y la creatividad en una extraña yuxtaposición de elementos artificiales sobre un tema que habla de algo orgánico y espiritual. Stone’s Gone Up recupera el ritmo y se lanza con un beat synth pop minimalista; These Are My Friends es una estupenda balada, como una canción country en heroína; Speed Roster y Movin’ On son más urbanas y blueseras
Finalmente, en She Rise Up vuelve a los sonidos computarizados, para cerrar este disco con la extraña sensación de que hubo algo que no entendimos, o algo que no nos gustó, o algo que nos fascinó pero que no sabemos bien porqué. Al igual que todas sus obras, deja siempre un espacio para que nuestra imaginación llene los huecos deliberadamente dejados en blanco y justifique los excesesos de misterio, aunque siempre nos quede esaduda, esa pregunta que nos vuelve adictos a sus creaciones.
No veo a Lynch encabezando un festival demúsica electrónica ni llenando estadios, pero es muy probable que muchos DJs, conocedores de la música electrónica y del cine, querrán escuchar este disco.
¿Te imaginas que David Lynch seleccionara un video tuyo para una de sus canciones? Este es el ganador del concurso para el video oficial de I Know.
Los alumnos aventajados de la escuela del
house francés mezclan rock progresivo, electro rock y nu-disco para proponer
música totalmente diferente, digna del siglo 21.
“Los artistas copian, los genios roban”,
dijo Pablo Picasso y Justice, como ningún otro miembro de su generación, es la
banda que mejor ha usurpado la influencia definitiva de Daft Punk y ha
conseguido salirse con la suya.
Después de su aclamado debut + (Cross,
2008), el dúo de los franceses Gaspard Augé y Xavier de Rosnay está de regreso
con Audio, Video, Disco, una sorprendente segunda producción en la que dan un
paso hacia adelante al abordar la estética pre-digital y reinterpretarla con su
particular estilo.
En lugar de continuar su camino hacia el
futurismo, el avant-garde y la ciencia ficción, al igual que la portada del
álbum, traen su cruz a la tierra y se recrean en sonidos más orgánicos,
mezclando elementos del rock progresivo basado en sintetizadores de los años
70, la música disco y el house de la escuela francesa.
Dejando atrás los sonidos del hip hop,
desde el primer momento se mimetizan en el paisaje con las estructuras clásicas
del rock como si hicieran versiones electrónicas actuales de los grandes himnos
de estadio de Led Zeppelin, Queen o Deep Purple combinados con los ritmos de Kool And The Gang y George Clinton.
Intrumentos eléctricos mezclados con riffs
sintetizados y finos arreglos de producción, una vez más con colaboraciones en
las voces; un disco que suena extrañamente conocido y nuevo, actual y clásico a
la vez.
Abren con Horsepower como un gran grupo de
rock progresivo basado en sintetizadores de los años 70 para lanzarse a toda
máquina a conquistar el ritmo. Civilization, el anticipado primer sencillo, se
mueva con precisión a través de movimientos que van del pop al dance con toda naturalidad.
Ohio pasa de un ambiente casi minimalista
con coros atmosféricos a un steady beat con una buena línea de bajo y la
participación de Vincent Vendetta (Midnight Juggernauts). Canon abre con una
melodía renacentista, en la herencia del heavy metal y el hard rock más
clásicos, para soltarse con la fuerza de una de aquellas bandas de rock pero
con un espíritu absolutamente electrónico.
On’n’On es simplemente épica, sin sobrarle
ni faltarle nada, con la voz de Morgan Phalen formando parte integral de la
canción, con una intención lírica más presente. Brianvision da un salto hacia
el glam rock y Parade tiene un beat lento y un solo de guitarra perfecto,
mientras que Newlands viene con todo el groove del synth pop.
Helix trae el mejor funky y los riffs disco-rockeros
que explotan en una pieza sorprendente desde el primer acorde y, para terminar
con broche de oro, Audio Video Disco cumple con el honor de dar nombre al
disco, comenzando con una referencia a Bach que da paso a un beat poderoso y
una melodía contagiosa que cierra el disco con estilo.
Un trabajo absolutamente disfrutable que
pone a cualquiera a bailar y a rockear hasta el final.
Una personalidad inquieta e incansable
vuelve bajo la identidad de un semi-diós para traernos música inspirada en la
ciencia ficción.
Atlas Sound es el proyecto solista de
Bradford Cox, uno de los alias de este músico americano de la ciudad de
Atlanta, mejor conocido por su trabajo con Deerhunter.
Parallax, su tercer LP, llega dos años
después del celebrado Logos (2009) y luego de que hace unos meses lanzara una
colección de demos a través de su blog llamada The Bedroom Databank, en donde
demuestra que no necesita a nadie para producir música prodigiosa.
Indie y dream pop melancólicamente
sicodélico, experimental y lo-fi, que consigue crear ambientes que nos
transportan a la realidad intimista de un extranjero crónico, un alienígena
observador, separado de todo lo demás.
Cox es admirador declarado de Stereolab y
en este disco se nota también un poco la herencia del Sonic Youth tardío o de
Yo La Tengo. Producido por Cox con la colaboración de su productor habitual Nicholas Vernhes, muestra una inclinación por el sonido vintage y
se reinventa en el punto medio del dream pop y el folk rock de la época hippie, con influencias de Buddy Holly y el rock californiano de los años 60, fusionado con el dream pop al estilo de Animal Collective o Panda Bear.
Quizás desde la portada del disco nos esté
explicando su cambio estético a favor de la lírica como eje conductor de su
propuesta, acercándose al crooner más por su actitud nostálgica y por su
postura artística que por contar con una banda.
Menos experimental y más pop, con más
guitarras y piano y menos sintetizadores. Deja atrás el shoegaze para mirar a
las estrellas con un concepto de ciencia ficción en el que la música flota
junto con su lánguida voz a través de las galaxias y las nebulosas en una
galería de formas y colores del espacio exterior.
Abre rítmico y suavecito con The Shakes y
Amplifiers, para dar paso a Te Amo, el anticipado primer sencillo, que
despliega armonías y sonidos de arpa al estilo de Björk, con una composición y
arreglos muy interesantes, mientras que Parallax regresa a los sonidos de
ensueño con paisajes mediterráneos, que se vuelven líquidos en Modern Aquatic
Nightsongs.
Mona Lisa es el prototipo de la canción
indie pop del nuevo milenio, correcta, delicada y preciocista. Praying Man tiene más
actitud, aunque es más parecida a una versión ligera de Fountains de Deerhunter
y Doldrums se desvanece en el ambient minimalista, casi etérea, como una brisa
en la playa al anochecer.
Angel Broken regresa a la guitarra rítmica
con una melodía sutilmente infecciosa, seguida por Terra Incognita, por mucho
la mejor pieza del álbum, fina y envolvente, un tema de 6 minutos y medio que
nos atrapan en un cuadro que Flagstaff termina de decorar de forma
instrumental. Lightworks es otra extraordinaria canción
que despierta de nuevo con sonidos retro del “mersey beat” y cierto aire a
Pixies, para cerrar el disco con la experimentación ambiental de Quark partes 1
y 2.
Un disco muy fino, con buenas canciones; un
trabajo que definitivamente está entre lo mejor de este prolífico músico y que,
aunque no llegará a ser un clásico excepto entre sus seguidores, vale mucho la
pena escuchar.
La banda inglesa más exitosa del siglo 21
regresa con su quinto disco, enfrentando el reto de superarse a si mismos.
Cuando una banda llega a la cima, cada
nuevo disco es un desafío. Con cada trabajo, el público y la crítica se vuelven
más exigentes. Al mismo tiempo, se toman decisiones en la continua búsqueda de
rutas creativas, en favor de los sonidos y las fórmulas conocidas o en favor de
la experimentación y el riesgo.
Coldplay ya han intentado dar ese gran
salto con Viva La Vida (2008), de forma que Mylo Xyloto es más bien una
continuación de la estética que vienen ensayando recientemente. No es un
riesgo, sino una evolución discreta, intentando apartarse de sus propios
lugares comunes, pero sin conseguirlo.
Se trata de un disco conceptual que narra
una historia de amor situada en un ambiente futurista en un lugar imaginario,
un esfuerzo creativo que no llega a compensar el hecho de que las canciones
suenan prácticamente a lo mismo que han sonado siempre, variaciones sobre su
propia plantilla.
Rock pop alternativo y romántico,
sobreproducido y complaciente, la herencia del brit pop encarnada una banda que
ha sido llegada a considerarse como la más importante de este siglo, ayudados
por los medios de comunicación y su relación con celebridades y causas sociales
(cualquier parecido con U2 es mera coincidencia).
Contando nuevamente con la producción de
Brian Eno, abrazan los sonidos synth pop y chill wave de unos años para acá.
Los coros son más expansivos y las atmósferas envolventes están presentes en
casi todas las canciones cuyas letras, que van de la melancolía al optimismo,
tampoco alcanzan los niveles de originalidad esperados.
Eso sí, hay que reconocer que siempre hay
frescura en su sonido: guitarras rítmicas, distorsiones y efectos, percusiones
poderosas, sintetizadores y pianos con excelentes arreglos de cuerdas en una
colección de canciones que van de lo épico y orquestal a lo acústico y más
íntimo.
Abren con Mylo Xiloto, una pequeña introducción
instrumental para arrancar con un inusitado ritmo pop en Hurts Like Heaven.
Paradise comienza con cuerdas y continúa con sintetizadores chill-wave y piano
que se unen al final de forma grandilocuente, con una estupenda interpretación
en la voz.
Charlie Brown tiene todo el poder de los
himnos de los conciertos masivos, al igual que Don’t Let It Break Your Heart,
otra canción diseñada para los estadios. Us Against The World es una romántica
y delicada balada, minimalista y semiacústica, con influencias dub.
M.M.I.X. es el segundo puente instrumental
que deriva en Every Teardrop Is A Waterfall, que con su controvertido comienzo
y sus sintetizadores noventeros no deja de ser una canción simplona y sin
personalidad. Major Minus me parece el mejor tema, una gran composición producida impecablemente y toda la fuerza e intensidad en
la ejecución, mientras que en Princess Of China se arrojan de nuevo al pop y al
rythm’n’blues con la colaboración de Rihanna.
Up In Flames nos devuelve el sonido clásico
de la banda, una de sus intensas y finas baladas con la voz de Martin llevando
la melodía, que da paso a A Hopeful Transmission, el último interludio. Up With The Birds tiene una
introducción con todo el sello de Eno, para luego cobrar vida propia para el
gran final feliz en donde el amor lo conquista todo.
Un disco muy
disfrutable para los fans de la banda y una sorpresa para los demás, pero que no va a convencer a sus detractores.
Una banda de culto con más fama que discos regresa con un
buen álbum, pero sin aportar mucho al sonido que les ganó un lugar en la
historia del rock.
Mientras que en Seattle el grunge revolucionaba el rock a
finales de los años 80, en California también se vivió un movimiento similar.
Al igual que Nirvana, Pearl Jam y Soundgarden, bandas como Red Hot
Chili Peppers y Stone Temple Pilots contribuyeron a definir la etiqueta de
“alternativo”.
En ese contexto, Jane’s Addiction irrumpió con fuerza en la
escena musical californiana con una propuesta única que, con discos como Ritual
De Lo Habitual (1990), lleva ya más de 20 años siendo todo un referente para la
música popular contemporánea.
Con toda esta historia a sus espaldas, The Great Escape
Artist es apenas el cuarto álbum de estudio de esta banda y el primero en 8
años. Sin contar que hace unos meses lanzaron la recopilación A Cabinet Of
Curiosities, con rarezas, lados B, versiones y grabaciones de conciertos,
habría que admitir que dejan mucho que desear en cuanto a productividad y
constancia, aunque no dejan de ser un grupo que ha influenciado a varias
generaciones de músicos en su camino.
Rock alternativo y exótico, post punk con su estilo gótico y
sofisticado, con influencias que van de The Cure a Led Zeppelin, interpretadas
siempre con su particular estilo y actitud que, unido a la personalidad de sus
integrantes, se han convertido en uno de los íconos del rock de todos los
tiempos.
Producido por Rich Costey (Interpol, Muse) y Dave Sitek (TV
on the Radio, quien también toca el bajo en la grabación), intentan rescatar
parte de su sonido original, pero no alcanzan a llegar más allá. No es un disco
fácil de estructuras convencionales ni de estrofas melodiosas y coros
memorables, pero tampoco es una evolución de lo que han hecho anteriormente.
Dejando de lado las auto-comparaciones con Muse y Radiohead
(¿?), predominan los ecos que llenan el espacio auditivo, con influencias dub,
riffs de guitarra y arreglos refinados que van de lo eléctrico a lo sicodélico,
con magníficas interpretaciones que, por otro lado, ya no suenan tan
sorprendentes.
Las composiciones se van más por el tono épico y un poco
dramático, como preparadas para para lucir en los conciertos masivos su fama de
dioses del rock. Aún así, el álbum no resiste ninguna comparación con sus
trabajos anteriores; sin embargo, sigue siendo un buen trabajo que merece la
pena ser escuchado.
Abren mesuradamente con Underground, pero en seguida End To
The Lies desata su particular sonido. Irresistible Force, el primer sencillo,
desborda tambores tribales y sintetizadores, mientras que en Curiosity Kills,
I’ll Hit You Back y Twisted Tales se lanzan con un beat más continuo, casi cercano al pop.
Ultimate Reason nos devuelve al sonido habitual de los lados
B de la banda y Splash A Little Water On It se va por un camino más
hard-rockero, con un solo de guitarra que bien podría haber sido de Slash. Broken
People sorprende con tonos delicados y una melodía de los años 60, casi
beatlesca.
Words Right Out Of My Mouth cierra con fuerza y contundencia
este trabajo que, ante la incertidumbre de si volverán a pasar 8 años para su
siguiente grabación, nos deja con la duda de hasta dónde hubieran
podido llegar si hubieran compuesto más música como una banda.
Un disco que no dejará insatisfechos a sus fieles, pero que
tampoco llegará a ser un clásico en la discografía de la banda.
Un artista de Nueva York y una banda de
California que llegaron al siglo 21 por caminos muy diferentes, se encuentran y
se arriesgan a producir un disco impensable.
Todo comenzó en 2009, con un concierto con
motivo del 45 aniversario del salón de la fama, durante el cual Lou Reed y
Metallica interpretaron juntos una extraña versión del clásico Sweet Jane de Velvet Underground.
Esta inesperada colaboración se materializa
ahora en Lulu, un polémico álbum que ha sido tanto amado como vilipendiado por
la crítica y el público general, al grado de nombrarlo uno de los peores álbums
del rock de todos los tiempos. Sin embargo, los músicos de Metallica han
declarado que para ellos fue todo un reto que les obligó a salir de su zona de
comfort, mientras que Reed parece feliz por el resultado conseguido. Solo por
tal polémica, vale la pena escucharlo.
A cualquiera que este álbum le parezca
extraño, tiene que recordar que, de hecho, en varios álbums de Reed éste ya
había coqueteado con sonidos distorsionados y saturados de guitarras y
ambientes oscuros, pesados y duros mientras él recitaba sus versos, mientras
que a Metallica durante su carrera le ha faltado poco para convertirse en los
Lady Gagas del heavy metal, demostrando ambos un evidente desprecio a las
críticas u opiniones que cualquiera pudiera tener acerca de sus rumbos
creativos, quizás porque los que ahora codendan esta obra son los mismos que
señalaban la falta de riesgo en otros trabajos de estos artistas.
La intención de Reed con esta insólita
sociedad era adaptar la obra del dramaturgo alemán Frank Wedekind, en la que
describe a una joven bailarina de gran atractivo sexual, su ascenso social y su
caída en la pobreza y la prostitución. Dentro de este contexto, los temas del
álbum abordan diferentes escenas y pensamientos de este personaje de forma por
demás gráfica y explícita.
El trato es muy sencillo: Reed aporta el
concepto y las letras y los metaleros le proveen de una poderosa base rockera,
en un ejercicio estilístico bastante arriesgado y por demás inusual, ya que a
la poesía y al heavy metal muy raramente se les ve juntos.
Musicalmente, por momentos la banda de San
Francisco vuelve a sonar con un estilo conceptual, como en el Master Of Puppets
y otros discos de esa época, mientras el viejo rockero (que, siendo una
leyenda, no tiene nada que perder) rejuvenece con el experimento, dándose la
oportunidad de divertirse y compartir guitarrazos de primer nivel con su lírica
atonal y su bizarra forma de entender del rock.
Claro que hay muchas cosas criticables en
el disco. Por ejemplo, hay un desequilibrio patente en la potencia de la voz de
James Hetfield comparada con la de Reed. Pero el punto es que nadie quiere
competir. A fin de cuentas, se trata de colaborar en una obra que, sin ser
narrativa, une los recursos de la música y la literatura para contar el punto
de vista de un personaje de ficción a través de cada pieza.
Brandenburg Gate abre las puertas del disco
con referencias al cine de terror de los años 20: “I would cut my legs and tits
off / when I think of Boris Karloff and Kisnki / in the dark of the moon”, para
después explotar en una poderosa descarga de rock. The View continúa un poco
más densa y pesada y Pumpin Blood tiene un final con una fuerza frenética y
poesía delirante; en Mistress Dread se lanzan a velocidad máxima y en Iced
Honey se relajan con un ritmo más tranquilo y constante.
Se toman un largo respiro con Cheat On Me
(uno de los tres temas de más de once minutos), en el que Reed toma la batuta
con una estructura y arreglos que recuerdan mucho su disco Magic & Loss.
Frustration se tambalea entre diferentes movimientos y Little Dog vuelve a la
tranquilidad sin dejar el ambiente oscuro
Dragon me parece la mejor muestra de la
intención en cuanto a su experimento, con un balance perfecto entre la cascada
voz de Reed y el rock duro de Kirk Hammet y compañía, mientras que Junior Dad
cierra el disco con una fina pieza de 20 minutos en la que, aplicando el
principio de “menos es más”, logran crear una atmósfera perfecta de armonías
que nos dejan flotando en el aire.
Un disco pesado en toda la extensión de la
palabra: más de una hora y media de música que puede o no ser del gusto de los
fans de la música alternativa y el heavy metal, pero definitivamente no es un
disco apto para principiantes ni puristas.